Saber escuchar a los demás es la prueba máxima de empatía y
respeto, tendemos a “tener razón”. Pero quedar prisioneros de nuestra opinión,
es una trampa. Nuestra razón es una, pues existen otras razones; a veces
creemos que podemos cambiar lo que los demás piensan imponiendo “nuestra razón”
tanto en política, religión, gustos etc.
Querer tener razón sin buscar la solución a las diferencias
es como una enfermedad crónica de la humanidad, seguramente una de las causas
que más ha enfrentado a las personas, naciones y religiones del mundo.
En demasiadas ocasiones, a titulo personal, comprobamos cómo querer imponer
nuestras razones y opiniones a los demás nos cuesta caro. Tal vez logramos
desautorizar las ideas de alguien, pero al final acabamos con una razón más y
un amigo o conocido menos ¿vale la pena? seguramente no. El resultado es que,
querer estar siempre en posesión de la razón no es bueno ni acertado.
“El concepto de asertividad, se emplea en referencia a una
estrategia de comunicación que se sitúa en medio de dos conductas opuestas que
son la pasividad y la agresividad. Hay quien asocia la asertividad a la
madurez. La persona asertiva logra establecer un vínculo de comunicación sin
agredir a su interlocutor. Por lo tanto, puede comunicar sus pensamientos e
intenciones y defender sus intereses”.
¿Es mejor tener razón a toda costa? O aceptar cuando nos
hemos equivocado y pedir disculpas. ¡Ser asertivos!
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