No es necesario invocar el estoicismo ante los males que nos
depara la existencia. Sin embargo, es muy
cierto que la sonrisa es relajante y puede ser el comienzo de una fase
de sosiego fundamental para contemplar lo que a uno le pasa y contarlo. Yo
comprendo que a casi todos nos resulta difícil aplicarnos esa máxima que
mantiene las ventajas de empezar por reírse de uno mismo para que la vida se
nos haga menos dura.
El otro día andando por la calle di un traspiés que estuve trastabillando
unos cuantos metros sin llegar a caer; la gente al verme caminando tan rápido
se quedó mirando con curiosidad, cuando pude parar, puse cara de circunstancias
y, dije esbozando una sonrisa-tropezón que no caes, terreno que adelantas-
Llego a la sucursal de un banco empujo la puerta para entrar
y no se abre, insisto con más fuerza y nada, detrás de mí hay otra persona que
al ver que no consigo abrir me reemplaza, empuja y zaranda fuertemente la
puerta, nos miramos y digo - quizás esté cerrado por seguridad, llamaremos al
timbre - llamamos y, tras los cristales de la puerta vemos a los empleados
imperturbables ni miran siquiera; en esto, una tercera persona que viene
decidida, estira de la puerta hacia sí y la puerta se abre...hacía fuera. El otro y yo nos observamos con un interrogante
¿Quién es más torpe de los dos?
Estábamos en una conversación muy acalorada, era un asunto
importante, llevábamos un buen rato, tengo prisa y lo tenemos que dejar,
apresuradamente con las últimas palabras sobre el tema, mecánicamente y sin
mirar, presiono el mando para abrir el
coche, abro la puerta y sin dejar de mirar a mi interlocutor tomo asiento, voy
a poner las manos al volante y ¡¡no hay volante!! Al otro le entró la risa, yo
muy digno, baje, me di la vuelta alrededor del coche y volví a entrar, pero
esta vez por el lado del conductor.