lunes, 29 de diciembre de 2014

Propósito de cambios en el año nuevo



El cambio del perfeccionista: auto exigente y crítico que se frustra y se enfada consigo mismo; dado que nunca alcanzara la perfección. Sería, dejar de creer que su forma de ver las cosas es la única y verdadera, serenarse, y aceptarse como es.

El que necesita amor constante: quizás debería empezar por amarse a sí mismo.

El inseguro: de tanto esconderse detrás de una máscara acaba olvidándose de quien es; ¡auto estima!

El que se infravalora: debería valorarse por lo que es, en vez de por lo que hace.

El que necesita acaparar atención siempre: tendría que aprender a  interesarse más por los demás que por sí mismo.

El que tiene miedo a expresar sentimientos: debería hablar con el corazón y encontrar el equilibrio entre lo que piensa y lo que siente.

El que teme tomar decisiones y no confía en sí mismo: debería transformar la cobardía en coraje.

El hiperactivo y hedonista: debería cultivar el silencio y el arte de no hacer nadad.  

El controlador posesivo: debería comprender que nadie es más que otros y practicar la humildad.


El apático: debería ampliar su autoestima haciéndose valer y aportar valor a los demás.

Posiblemente no cambiemos, quizás porque hay demasiadas motivaciones detrás de nuestras conductas. ¡¡En la vida hay que pasar páginas, cerrar libros y a veces hasta clausurar bibliotecas!!

“Soy la herida y el puñal” (Charles Baudelaire)





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sábado, 20 de diciembre de 2014

Felices fiestas.



Estamos inmersos en fiestas, son días impregnadas del espíritu navideño, con buenos deseos de
paz amor y buenas intenciones. Como todos los años veremos actitudes “bondadosa” haciendo el bien ostensiblemente con fotos y propaganda, pero solo en estos días, quizás para justificar sus malas acciones o su mezquindad. Después volverán a la hipocresía cotidiana de la apariencia como buenas personas.
Afortunadamente hay gente horrada y verdaderamente bondadosa, dispuestas a echar una mano a los demás, lo hacen siempre y, en estos días también, pero no se les ve ni se les oye, porque hacer el bien es habitual en ellos. En este mundo lleno de falsedades, al bueno se le toma por tonto, pero la realidad es que, la auténtica bondad encierra sabiduría.

A pesar de los tiempos que corren no quiero caer en la desesperanza, confiemos en un mínimo de honestidad y honradez  en quien tiene el poder para solucionar o mitigar a la mínima expresión, los problemas de hambre, pobreza y la brutal desigualdad y miseria en el mundo.

No solo en estos días sino para siempre, mi deseo es que tengáis, salud la necesaria, amor el suficiente, paz la imprescindible y, amigos los gustos.

¡¡FELIZIDAD!! La justa, necesaria, suficiente e imprescindible. 

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miércoles, 10 de diciembre de 2014

Competición y deportividad



En un colegio público bilingüe de la localidad donde vivo, a propuesta de la Profesora, se desarrolló una actividad  entre niños de diez años en un aula de primaria de segundo ciclo 4º. Se trataba de escribir un cuento en inglés con ciertas normas (escritura, tema y, nivel de inglés) con ilustraciones o dibujos, participación voluntaria. Transcurridos unos días se presentan los cuentos en clase, dándose un tiempo determinado para que los lean los alumnos, pasado dicho tiempo se procede a la votación, entre los propios compañeros, para elegir los tres primeros mejor valorados. Podía no haber sido así (también contaba la imaginación y fantasía), pero como se podía esperar, los tres primeros coinciden con los mejores de la calificación global en los estudios. La clasificación quedó de la siguiente manera: la primera 12 votos, el segundo 11, y el tercero 6.
Bueno, tengo que decir que el segundo es mi nieto, aunque ese no es el sentido de este escrito, puede que un poco sí, pero por la incomprensible experiencia por la que estaba pasando. Lo que él no comprendía y a mí me llamó la atención, es ver cómo entienden algunos niños la competición y la deportividad desde muy corta edad, en esta ocasión era cultural y educativa pero no puntuaba en las notas escolares.
El caso es que, al saber los resultados de la votación los dos primeros se abrazaron para celebrarlo y cuando fueron a abrazar deportivamente al tercer compañero este los rechazo y quedó sentado en su silla, serio y malhumorado. Al día siguiente y durante unos días mas, ni hablaba ni jugaba con ellos en el recreo. Estos dos niños no lo entendían, ellos no se consideraban culpables de nada (así me lo decía mi nieto). Algo no ha entendido bien ese tercer niño o tiene un mal enfoque de lo que es la competición, los culpables de su clasificación, no son los ganadores. Creo que posteriormente así se lo hizo ver la Profesora. Ella en su momento también votó, y su voto no fue un voto de calidad sino de compensación: si daba su voto a la primera no tenía sentido puesto que daba lo mismo ganar por un punto más que por dos, si votaba por el segundo se producía un empate, decidió hacerlo por el tercero en reconocimiento a su participación.

Que conclusión deben sacar los niños de esta experiencia. Que competir es ganar o no ganar, pero nunca perder y, siempre aprender.

Ha transcurrido un tiempo de esto y, a día de hoy, los niños hacen lo que mejor saben hacer ¡jugar todos juntos y como amigos! 



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lunes, 1 de diciembre de 2014

LA REBELIÓN DE LAS MAQUINAS



No, no es unan película de ciencia ficción, es que hay días que la electrónica se niega a cooperar, se revela y te complica la vida. En nuestro día a día cotidiano disponemos de infinidad de utensilios que funcionan  electrónicamente, casi en exclusiva sin posibilidad de manejo manual. 


Por ejemplo el mando a distancia de la televisión: en un momento dado no va, le damos unos golpecitos y probamos, nada, le damos unos golpes más fuertes y tampoco, entonces apretamos los botones insistentemente de manera que casi se salen por el otro lado y no cambia nada, con él en la mano, lo miramos por delate y por detrás y se nos ocurre que lo mejor sería tirarlo por la ventana.

El cajero automático del banco: al ir a sacar dinero nos dice que nuestra tarjeta no está operativa, insistimos y la introducimos otra vez, nos vuelve a decir los mismo pero en esta ocasión no nos devuelve la tarjeta y, el banco está cerrado…la primera reación institiva es querer darle de puñetazos al cristal de la pantalla ¡cheee que la tarjeta es mía! o liarse a patadas con el aparato, pero no es una buena opción, pues puedes acabar cojo y sin dinero.

El teléfono: hacemos una llamada para determinada gestión y nos sale una centralita automática donde una voz impersonal nos dice que para tal cosa marquemos uno, para otro asunto marque dos, para aquel otro marque tres, para cualquier otro asunto maque la extensión ¿…? Inútil intentar explicarle a la máquina que quieres habla con el señor García, te volverá a repetir lo mismo ¡marque dos…!

La máquina expendedora de refrescos: introducimos el importe, elegimos y, pulsamos el botón que corresponde, no sale nada, apretamos el botón de devolución y no responde, damos unos golpes con la mano en el lateral de la máquina, nada, otro golpe en el otro lado, la zarandeamos violentamente y nada de nada, te quedas sin refresco y sin dinero. Estas máquinas tienen un teléfono de contacto para reclamar, llamamos y te responde una voz metálica e impersonal ¡por falta existencias, marque uno, para…marque...! ¡¡DITA SEA…!!