El cambio del perfeccionista: auto exigente y crítico que se
frustra y se enfada consigo mismo; dado que nunca alcanzara la perfección. Sería,
dejar de creer que su forma de ver las cosas es la única y verdadera,
serenarse, y aceptarse como es.
El que necesita amor constante: quizás debería empezar por
amarse a sí mismo.
El inseguro: de tanto esconderse detrás de una máscara acaba
olvidándose de quien es; ¡auto estima!
El que se infravalora: debería valorarse por lo que es, en
vez de por lo que hace.
El que necesita acaparar atención siempre: tendría que
aprender a interesarse más por los demás
que por sí mismo.
El que tiene miedo a expresar sentimientos: debería hablar
con el corazón y encontrar el equilibrio entre lo que piensa y lo que siente.
El que teme tomar decisiones y no confía en sí mismo: debería
transformar la cobardía en coraje.
El hiperactivo y hedonista: debería cultivar el silencio y
el arte de no hacer nadad.
El controlador posesivo: debería comprender que nadie es más
que otros y practicar la humildad.
El apático: debería ampliar su autoestima haciéndose valer y
aportar valor a los demás.
Posiblemente no cambiemos, quizás porque hay demasiadas
motivaciones detrás de nuestras conductas. ¡¡En la vida hay que pasar páginas,
cerrar libros y a veces hasta clausurar bibliotecas!!
“Soy la herida y el puñal” (Charles Baudelaire)
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