martes, 30 de julio de 2013

La bella jardinera




Fue en una tranquila noche de verano, cuando la luna lleno alumbraba con una tenue luz, dos amigos, imberbes muchachos, divisaron en la distancia a una bella joven que ellos la reconocían como poseedora de un precioso jardín, decidieron acercarse hasta donde ella estaba y le pidieron si se lo podía enseñar, ella asintio y moviendo graciosamente su mano, les señalo un poco desde los peldaño de acceso al jardín donde estaba sentada. Ellos quedaron boquiabiertos al ver, aunque fue fugazmente, un jardín tan florido. Cada uno de los chicos portaba un esqueje de rosal, pues pretendían pedirle a la chica que los plantara en su jardín, como así hicieron, ella quedo mirando los dos hermosos tallos que tenían un brillo exúltate bajo la claridad lunar, tras una breve observación decidió que solo platería uno, escogiendo el que le pareció más terso y fresco de los dos. Tomando de la mano al joven elegido, lo conduce hacia el jardín, ella camina buscado una zona discreta y apropiada para plantar el esqueje en ese terreno tan fértil. El adolescente está nervioso y emocionado, casi no podía cree lo que le estaba pasando con aquella muchachita por primera vez un su vida. Ella observaba el terreno para escoger una zona discreta, mullida y esponjosa donde acomodarse para plantar el esqueje. De pronto en el silencio de la noche, a lo lejos, se oyen unas voces infantiles llamando al muchacho por su nombre pidiendo que regresara a casa, el joven adolescente palideció, tembloroso, se soltó de la bella muchacha saliendo del jardín a toda prisa. Eran sus dos hermanos pequeños que le requerían y de los que era responsable, su madre murió hacia unos años y el padre estaba trabajado. Entraron en casa, dirigió una desilusionada mirada en la distancia, y cerró la puerta.
Al día siguiente, al ver a su amigo el joven le pregunto si a él la bella jardinera le planto su esqueje, el amigo le contesto que no, que ella cerro su jardín y se fue a casa.
Las obligaciones tempranas y responsabilidades asumidas, frustraron a este joven adolescente en el momento que debería haber vivido el más bello, dulce y limpio momento florido de su vida, privándole disfrutar en un jardín de primavera eterna. 

Hay dos cosas en la vida que una vez que pasaron no volveran, el tiempo y las oportunidades.                                        




miércoles, 17 de julio de 2013




Por muy buena voluntad que pongamos en creer, como nos dicen, que la justicia es igual para todos, la realidad nos hacer ver que no es así.
Los jueces son los encargados de administrar justicia y, lo harán en función de las leyes que rijan en cada país o situación política, tanto en una dictadura o en democracia, juzgaran según su interpretación y particular criterio de la ley vigente; por lo tanto, un delito similar, cometido en una situación u otra, puede suceder que la sentencia, si la hay, sea diferente. Ahora bien, en democracia, supuestamente con las máximas  garantías procesales, dependiendo de quién eres o de un buen abogado, puedes ser imputado o no aun existiendo indicios de delito. ¡La justicia no es igual para todos!
En caso de ser imputado la ley prevé  la libertad bajo fianza que garantice su comparecencia a juicio, evitando de esta manera ingresar en prisión, no siendo así para quien no disponga de la cuantía fijada por el Juez, en cuyo caso la injusticia es tener o no la cantidad para comprar la libertad y, dado que la justicia es lenta el tiempo de encierro para el que no dispone de medios puede ser considerable. En el caso de que un imputado con posibilidades económicas y que deposite la fianza, esta le será devuelta una vez celebrado el juicio independientemente del fallo. ¡La justicia es igual para todos pero, para unos más igual que para otros!
Hay personas que aun sabiendo que no hay justicia y nunca la ha habido a veces ingenuamente esperan que en algún momento prevalezca el sentido común con sentencias ejemplares, aunque sea en apariencia, porque últimamente se ven muy a menudo comparaciones sangrantes de, no justicia, injusticia o justicia a la carta.           

sábado, 6 de julio de 2013

NO ES MÁS TONTO EL QUE LO PARECE.




“Es infinito el modo de manifestarse la tontez, tontuna o tontería. Que no es sino la calidad o ejercicio de este arte inútil de abigarrada tropa de memos, imbéciles, alelados, bobos, estúpidos y gilipollas, todos los cuales han hecho alarde a lo largo de sus vidas más que de su malicia, de su innata torpeza y limitación intelectual. Sócrates, habiendo recibido en cierta ocasión un insulto, seguido de puntapié, exclamó, no dándose por aludido: "¿Acaso si me hubiera dado una coz un asno, me enfrentaría a él...?"
“Cada día que amanece el número de bobos crece, por lo que su número es infinito.
Son tontos todos lo que lo parecen, y la mitad de los que no lo parecen.
Cada lunes y cada martes hay tontos en todas partes”


Extracto del “Inventario general de insultos”   (Pancracio Celdrán  Gomáriz)