Él creía que había encontrado el amor de su vida, se dejó engañar por la apariencia, porqué eso es lo que más engaña a la gente. Él cometió ese error, sé que lo volverá hacer si se diera el caso porque es un iluso. En aquella ocasión nadie le engañó, lo hizo solo. Nunca cambiará, entiende que tiene que creer en el amor, porque si no la vida no tiene sentido. Pero un día se cansó de amar y seguir amando sin ser correspondido, pensó que solo es sufrir, que no merece la pena, sintió un vacío en el alma, y deseando que todo acabara, se marchó. Su único consuelo fue a aquel beso que recuerda, el último de una larga relación de dos o más años... increíble que esto le sucediese a esas alturas de la relación y marcase el principio del final...
Él me dice - algo bueno hubo y, de eso no me arrepiento, porque tengo la satisfacción de recordar que, al menos en ciertos momentos me deseó, me sintió y lo disfrutamos... ¡yo lo sé! –
Confiando en lo
efímero del tiempo, él me escribe, desde su lejano retiro, diciendo que, alberga la secreta esperanza de que tras la larga
separación ella hubiera recapacitado y, quizás volver, para decirle lo mucho que todavía la quiere y mirarse en sus ojos.
Este desengaño amoroso de un amigo muy especial, me emocionó por lo que tiene de entrega en el verdadero amor, que no solo sexo.
Deseo lo mejor para mi romántico amigo, le aprecio mucho, le conozco bien y sé que no puede vivir sin amor.
“La reflexión puede hacer conciencia, pero el amor hace alma” (James Hillman)
.