viernes, 30 de septiembre de 2011

Moda - Estética personal - Agua



En televisión suelen poner programas o reportajes para informar de las últimas tendencias modas o inventos  y el caso es que por  extravagante  insólito o ridículo hay quien los asumen sigue y practican, algunos de estos son muy curiosos y dignos de atención, voy a poner por ejemplo unos que he visto últimamente.

La moda:
Las pasarelas de moda, creo que ya se ha comentado en ocasiones que lo que se presenta en los desfiles difícilmente se lo puede poner una persona normal y corriente. Pero lo que sí parece es que mueve una cantidad de dinero enorme. Bien pues con respecto a la moda, vi un reportaje donde exponía que hay una forma muy sutil de influir en la gente, los llamados “marcadores de tendencias” o algo así, que son personas especialmente jóvenes y bien parecidas, llevan vestimenta que es la alguien quiere que sea la moda. Su misión es pasear o hacerse ver por las zonas más concurridas de las grandes ciudades, el resultado puede ser por ejemplo la tendencia general este verano de llevar el pantalón corto por hablar solamente de un detalle que me ha llamado la atención. Pasará tambien este invierno con algún otro detalle que observaremos.

La estética personal:
 Ocurre cuando se aproxima el verano, todo el afán de los reportajes es hacernos ver que hay lucir buen tipo en playa o piscinas, para ello hay que someter al cuerpo a los más variopintos ejercicios con infinidad de extraños aparatos según muestran las imágenes, lo último en tecnología punta para ahorrar esfuerzo y hacer gimnasia descansadamente. Masajes de todo tipo, el que vi en este reportaje es uno más de los… como lo diría yo “incompresible” ¡¡con pelotas de golf!! 
Milagrosas y rápidas dietas a cual más absurda y peligrosa para ciertas personas,  aparte de los Nutricionistas que aunque cada uno tiene su propia receta, en general, se basan en una alimentación equilibrada y controlada por profesionales, adecuada para personas que tienen que seguir régimen no necesariamente por estética.
Ahora bien termina el verano, alguien ha engordado y vuelta a empezar. Pero surge otro problema la piel se ha secado por el sol y el aire y entonces la televisión vuelven a la carga con el reportaje que toca. En esta ocasión son las salas de masajes, donde nos presentan demostraciones con imágenes de personas jóvenes, bien formadas, con piel inmejorable, recibiendo toda clase de tratamientos, algunos con mascarillas de diferentes componentes, cuando no de arcilla, de chocolate o de barro, lava volcánica, de pepino o de cualquier cosa que sirva para el mismo fin, hidratar la piel, y si de hidratar (Restablecer el grado de humedad normal de la piel) se trata, porque no usar el agua pura y dura.

El agua:
El agua embotellada con denominación de origen como los vinos, e infinidad de marcas. En el reportaje que vi al respecto era una demostración de un barman. Como hacer un coctel con agua si con ¡agua! De la siguiente manera, una copa, hielo granizado, unas gotas de ron, unas pocas hierbas de menta machadas y ¡agua! Hasta llenar la copa y, chin, chin… ala a consumir agua “embotellada”.

La televisión informa, forma, e influye, y en mi opinión cada uno debería ver, oír, analizar y forma tu propio criterio, obrar en consecuencia y no dejarse arrastrar por lo que quieran otros, aunque  parezca que es lo mejor lo más bueno, más bonito y que si no sigues la moda generada te quedas fuera del conjunto de la sociedad.     

lunes, 19 de septiembre de 2011

Motivos para bridar...


Motivos para bridar:

Si te empeñas un poco, sin duda la vejez te hace más sabio (por el contrario, si te rindes y te dejas llevar, lo más probable es que acabes siendo un imbécil). Ser más es conocerte mejor, es llegar a encontrar tu lugar en el mundo, es aceptar a los demás, es descubrir la oculta armonía de la vida. Es decir, una sabiduría que creo que te ayudara a ser feliz. Hay que bridar.

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Brindis                                      (El País domingo 12 de julio de 2009)

Alguna gente madura, tal vez la más lúcida, suele pensar con acierto que lo mejor que tiene la juventud es que ya pasó. Fue una época breve y radiante, ro­mántica y vigorosa, pero tam­bién llena de luchas, temores, du­das, celos y rivalidad. Alrededor de los 50 años, en cualquier bio­grafía llega un momento en que el caballo de fuego que uno lleva­ba dentro comienza a perder la ansiedad en el galope y aun sin abandonar la curiosidad ante la vida siente que hay que tomarse las cosas con más calma. A qué viene tanta prisa, se dice a sí mis­mo una mañana. De pronto uno se da cuenta de que no tiene que correr detrás del autobús ni ne­cesita presentarse ya a ningún examen ni le inquietan las mo­das ni se ve obligado a cambiar de costumbres y cada día le im­porta menos lo que piensen de él los demás. No ha dimitido de nin­guna idea ni ha cambiado de ban­do. Le siguen cabreando los mis­mos políticos, las mismas injusti­cias, los mismos fanáticos, los mismos idiotas, pero no está dis­puesto a que ninguno de ellos le estropee una buena digestión. Si uno es viejo lo peor es compor­tarse como un joven. Cada edad tiene su baraja con placeres que pueden ser tan intensos como uno quiera, si sabe jugar las car­tas. Peor que querer ser joven a toda costa es tener ya ideas de carcamal con apenas 30 años. Gente joven envejecida la vemos y oímos todos los días en las ter­tulias de la radio y de la televi­sión. Del primer caso lo salva a uno el sentido del ridículo; en el segundo no hay cura posible por­que es cuestión de carencia de minerales. El hecho de que uno con el tiempo alcance cierta sere­nidad y contemple las cosas con una sabia perspectiva no impide blasfemar si llega el caso. Marco Aurelio debe darle la mano a Epi-curo y la resignación no tiene por qué dejar de ser creativa. Lo que ibas a ser de mayor ya lo eres y lo que no ibas a ser ya no lo fuiste. Adiós a la juventud. Se acabaron las luchas, los nervios y las dudas por la identidad. Pa­ra una persona madura hoy es el futuro que tanto temía. Ya ves, no ha pasado nada. No ha caído la bomba atómica, has salido bien de una grave enfermedad, al final la crisis económica se ha superado y tus hijos son más al­tos y más listos. Encima el sol sale todas las mañanas y tú estás vivo. Hay que brindar.
                                            MANUEL VICENT - escritor y articulista: 
 

domingo, 11 de septiembre de 2011

"Vales más que las pesetas"


 Había un dicho popular que decía “vales más que las pesetas” y se empleaba cuando alguien valoraba algo o a alguien.
Todavía recordamos a la hace no mucho desaparecida peseta, unos por escasez, y otros por lo contrario. 
Rememorando también la divulgación de cuadros impresos en ciertos billetes de cien pesetas con la imagen de “la Fuensanta” pintada por Julio Romero de Torres, teniendo como modelo a María Teresa López, de origen Argentino y afincada en Córdoba, que posó también para el cuadro “la chiquita piconera” esta mujer paradojas de la vida, murió a los ochenta y nueve años sin una sola peseta.
Los que conocimos esta moneda, para apreciar el verdadero valor de las cosas, tenemos que traducir a pesetas lo que cuesta en euros, por ejemplo, si nos dicen que un piso o vivienda vale 240.404,84 €  pues… Pero si lo traducimos ¡cuarenta millones de pesetas! (Lo escribo en letras porque suena como un disparo de escopeta) ese es el verdadero valor de esa vivienda.
Teniendo en cuenta esto, a alguien se le ocurre decir “vales más que los euro” parece que  suena mal.  A mi particularmente me resulta antipático el euro, además se deja ver poco, siempre escondido detrás de las tarjetas de plástico, y en otros sitio, yo veo los justos y en algunos momentos ni los veo pues estoy a “dos velas” que este dicho vale tanto para el euro como para la peseta.


Julio Romero de Torres tuvo también como modelo a otra belleza de la época Natalia Castro Rodríguez, de etnia gitana y natural de linares, que posó para los cuadros “la nieta de la Trini” y “ofrenda al arte del toreo” Hay quien la sitúa como la imagen del billete de cien pesetas, pero según mi documentación sacada de internet parece ser que fué la anteriormente citada, María Teresa López, salvo error por mi parte.
        

lunes, 5 de septiembre de 2011

"La verdad es que en España hay siete clases de españoles...


Aquella tarde noche del 13 de mayo de 1904 el que sorprendió a todos los presentes fue Pío Baroja.
Porque cuando se estaba hablando de los españoles y de las distintas clases de españoles, el novelista vasco sorprendió a todos y dijo:

"La verdad es que en España hay siete clases de españoles... sí, como los siete pecados capitales. A saber:

1)     los que no saben;
2)     los que no quieren saber;
3)     los que odian el saber;
4)     los que sufren por no saber;
5)     los que aparentan que saben;
6)     los que triunfan sin saber, y
7)     los que viven gracias a que los demás no saben.
Estos últimos se llaman a sí mismos "políticos" y a veces hasta "intelectuales"
.
Unamuno y Benito Pérez Galdós aplaudieron a Baroja.
Sobre todo por el último punto.
 
O sea, que ayer como hoy, y hoy como ayer, los políticos españoles nunca tuvieron buena imagen.
 

Genial Baroja



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 Lee esto hasta el final

En nuestro partido político cumplimos con lo que prometemos.
Sólo los necios pueden creer que
no lucharemos contra la corrupción.
Porque si hay algo seguro para nosotros es que
la honestidad y la transparencia son fundamentales
para alcanzar nuestros ideales,
Demostraremos que es una gran estupidez creer que
las mafias seguirán formando parte del gobierno como en otros tiempos.
Aseguraremos sin resquicio de duda que
la justicia social será el fin principal de nuestro accionar.
Pese a eso, todavía hay idiotas que fantasean – ó añoran- que
se pueda seguir gobernando con las mañas de la vieja política.
Cuando asumamos el poder, haremos lo imposible para que
se acaben las jubilaciones de privilegio y los negocios.
No permitiremos de ningún modo que
nuestros niños mueran de hambre.
Cumpliremos nuestro propósito aunque
los recursos económicos se hayan agotado
ejerceremos el poder hasta que
comprendan desde ahora que
somos la “nueva política”

Convincente, ¿verdad? Ahora leerlo de abajo hacia arriba, renglón por renglón