El otro día íbamos mi nieto y yo a cruzar la calle por donde se debe, el paso de cebra, y en la mitad aparece un bestia al volante de un coche a gran velocidad, dando un tremendo frenazo y a punto estuvo de llevarnos por delante dejando el para choque delantero a escasos centímetros de mi pierna derecha; pálido y tembloroso le dije de todo menos bonito, mi nieto cogido de mi mano izquierda, con sus seis años repetía mis palabras una por una.
Cruzamos la calle, ya en la acera mi nieto me dice ¡abuelo que susto nos ha metido este cabrón! Exactamente una de las palabras más repetidas por mi dirigida al del volante. Seguimos andado y pienso que le debo decir a un niño de esta edad, ¿que no diga esas “palabrotas”? si su abuelo las dice no lo entendería, intento explicarle que solo se emplea en casos extremos, que normalmente hay que recurrir a la denuncia para que intervenga la justicia. Pero en este caso si no ha habido atropello como se podría hacer, y si nos atropella que sanción le pondrían, quitarle algún punto para dárnoslo a nosotros en las heridas causadas por su imprudencia. ¿qué hacer con estos agresivos al volante?.
Seguidamente no dirigimos al parque a jugar a la pelota que a mi nieto le encanta, estuvimos un rato sin poder dar una patada, de vez en cuando nos mirábamos uno al otro, teníamos el miedo metido en los ojos.
De pronto nos dimos un abrazo de los habituales entre nosotros pero con mucha más fuerza, recogimos la pelota y regresamos a casa, eso si esta vez cruzamos la calzada cuando vimos que no venía ningún coche en la distancia.
Me quedé con la cara del sujeto que reproduzco aquí por si alguien lo reconoce.
Muy bonito, como lo cuentas, a parte de la cara del conductor, que de bonita... NADA.
ResponderEliminarUn abrazo
Leonor
Hola Pepito,
ResponderEliminarEntretenido tu relato, y suele ocurrir, muchas veces decimos unas palabrotas y bueno ya esta dicho.
un abrazo
Martha